dissabte, 23 de març del 2013

Ninots Religiosos



Sin duda alguna, el tema estrella de la clausura de nuestras Fallas 2013 ha sido el sentimiento de ofensa protagonizado por la comunidad hindú en Valencia. El público en general ha mostrado su sorpresa, y en muchos casos su indignación, ante ese exceso de susceptibilidad, rayano en la tiranía religiosa, de que han hecho gala varios miembros de esa creencia religiosa.

Puede haber quien justifique esa indignación por el hecho de que la comunidad hindú, claramente minoritaria y apenas testimonial, pretenda imponer en España el respeto a símbolos de una religión que nos coge tan a trasmano geográficamente. Incluso podrían pensar que la protesta hinduista podría comprenderse si los hechos hubiesen tenido lugar en la propia India o en algún lugar donde esa religión tuviese notable arraigo. Pero eso sería quedarse en las ramas ignorando el tema troncal. Sería caer en la anécdota en vez de analizar el fondo de la cuestión. Y éste no es otro que la abusiva intromisión de las ideas religiosas en la vida pública, en la actividad social de los pueblos. No sólo la historia sino, desgraciadamente, la actualidad nos muestra que los sentimientos religiosos han sido y son los desencadenantes de crueles confrontaciones responsables de numerosas víctimas. La lista sería inagotable.

No se trata de valorar, de tener en cuenta la mayor o menor implantación de cada creencia religiosa en un país para considerar intocables sus dogmas y sus símbolos. Se trata de algo más lógico y natural: que las religiones pertenecen al ámbito privado del individuo y no deben afectar a los actos y manifestaciones públicos que se puedan dar en la sociedad. Que estamos en una sociedad civil y no en una sociedad religiosa. Que la religión tiene su lugar, sea éste iglesia, sinagoga, mezquita o incluso domicilio del creyente, y que la sociedad civil tiene el suyo, esto es, el espacio público, su ágora, su espacio de convivencia social.

Sin embargo, hasta nuestro Código Penal infringe este principio racional de separar el ámbito privado del ámbito público cuando tipifica  en su artículo 525 como delito la ofensa a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa. Si un sentimiento se convierte en un bien penalmente protegible ¿dónde estará la frontera para incurrir en delito? ¿Dónde queda la objetividad penal ante la apreciación subjetiva de ofensa?. Es la perversión del artículo 16 de nuestra Constitución, que al garantizar la libertad ideológica, se interpreta como derecho a que las religiones y los cultos sean protegidos, cuando lo lógico es que la Constitución proteja al individuo frente a la discriminación por motivos de religión o de culto. En otras palabras, lo protegible es la libertad e igualdad de las personas y no las religiones o cultos de esas personas.

La solución adoptada por el presidente de la Junta Central Fallera y Concejal de Fiestas, al plegarse a las exigencias del representante de la confesión hindú en Valencia, abre la caja de Pandora y crea un peligroso precedente que podrán invocar cuantas personas consideren que se están hiriendo su sensibilidad y creencias. Iniciamos el camino regresivo hacia el tabú.


Antonio Pérez Solís, Presidente de AVALL



2 comentaris:

  1. De acuerdo con lo escrito, y por ello precisamente, echo de menos en este texto que se haga referencia al indulto del ninot que representa a la virgen (no me acuerdo cual de ellas) que pronunció (como en otras ocasiones aparentemente ha sucedido en el pasado) Rita Barberá porque "como vamos a quemar una imagen d la virgen..."
    En España en general y en la Comunitat en particular cunden los ejemplos del tabú, y la caja de Pandora del catolicismo nunca se ha cerrado.

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  2. Sí, es totalmente acertada esa referencia a lo de la virgen y a Barberá, y esos son los verdaderos precedentes y, probablemente, hayan influido en que se haya tomado esta decisión en este caso. No obstante, tratándose de una carta para un medio de comunicación con reducido espacio, pensamos que el argumento era más transparente y directo si nos centrábamos en los hechos más recientes y el escándalo de que una ciudad puede plegarse a los caprichos y amenazas de una religión foránea que no debe de pasar de las pocas docenas de fieles.

    La caja de pandora del catolicismo es el principal escollo para conseguir un país aconfesional, pero queremos que quede muy claro que muchas otras religiones se apropiarían de tantos o más privilegios si pudieran, y son igual o más retrógradas que la católica. Intentamos también con estos casos de religiones minoritarias que se vea que como la monoconfesionalidad es insostenible desde el punto de vista democrático, la tendencia de muchos partidos políticos es, en todo caso, de defender la multiconfesionalidad, y no la no confesionalidad o la laicidad.

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